martes, 11 de noviembre de 2014

Cuéntame un cuento. Explícame un cuento

Ya os hemos contado en otras ocasiones parte de la filosofía que hay detrás de nuestros cuentos. Seguro que os suena eso de que planteamos historias educativas en valores para que los peques de la casa saquen, además de un rato ameno con su cuento, un mensaje de compañerismo, de solidaridad, de deportividad, de no juzgar, o de superación. Entre otros.

Otro aspecto educativo que resaltamos en nuestros cuentos es el lenguaje que utilizamos al elaborarlos. Por supuesto, los cuentos, cuentos son, y los pequeños lectores (especialmente los primeros lectores) necesitan un lenguaje adaptado a sus necesidades lingüísticas y lectoras. Sin embargo, eso no quiere decir que necesiten un lenguaje en exceso disminuido, aunque tampoco vamos a ponerles una prosa propia del siglo de oro. Siempre hemos oído eso de que los niños “son esponjas” y es una gran verdad, por lo que no deberíamos preocuparnos de que nuestro niño se enfrente a un texto complejo cuando comience a leer. Complejo no quiere decir, necesariamente, difícil, sino elaborado, con palabras que pueden resultarles nuevas, expresiones desconocidas, o una razonable cantidad de texto.

Lo primero que atraerá a un niño a un libro será la historia (si le gusta el fútbol, pues le atraerá de primeras un cuento de fútbol), los dibujos (puede gustarle más un estilo u otro), pero rara vez un niño desecha de entrada un bonito cuento porque tenga más de dos líneas de texto por página, o porque no entienda una palabra. El truco para que nuestros pequeños no teman leer cuentos con más texto o con un lenguaje más elaborado no es otro que “estar ahí”.

Dependiendo de la edad, un peque o un chaval podrá leer solo un cuento o no. Si no puede leerlo todavía porque no sabe, los papás son una oportunidad de oro para educar en el hábito lector. Podemos utilizar un cuento con un niño que no sepa leer, leyéndoselo nosotros mismos, enseñándole los dibujos y explicándoselos, contándoles la historia aunque no la leamos al pie de la letra y simplifiquemos. El cuento tiene muchas vidas, y un cuento sirve para muchas edades si tiene los compañeros perfectos: un niño o una niña, y un adulto con disposición a contárselo y adaptarlo a sus necesidades.

Si esperamos que una niña de tres años coja un cuento y lo lea sola y en silencio, quizás fracasemos en inculcarle cultura lectora. Pero si leemos con ella o para ella, si le explicamos las palabras que no entiende, le enseñamos a pronunciarlas, le explicamos sinónimos más sencillos o más difíciles, entonces estaremos ayudando a que haya un pequeño lector más, que puede que sea lector el resto de su vida.

En El Gato Gafotas procuramos personalizar el texto de nuestros cuentos infantiles adaptándolo a la edad del niño o la niña. Un mismo cuento se puede adaptar para una niña de nueve años incluyendo algunos párrafos nuevos, o se puede simplificar para que una peque de tres añitos lo entienda perfectamente, aunque somos favorables a darle la vida más larga posible al cuento optando por un leguaje y una prosa elaborada, que el pequeño lector terminará comprendiendo perfectamente, y que habrá aportado mucho a su vocabulario, habilidad lectora y escritora, y a su imaginación y creatividad. 


Este es un ejemplo de una de nuestros cuentos infantiles. Lo han leído (y se lo han leído a) niñas de diversas edades, y siempre sin problemas:




Recuerda que solo necesitan que estemos a su lado y les guiemos. Capacidad les sobra. 


El Gato Gafotas

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